Poblar el acuario correctamente con plantas

Sigue siendo válida la división de las plantas de acuario atendiendo a su tamaño en plantas de primer plano, de medio plano y de último plano. Con todo, esta división no debe tomarse como un esquema rígido. Tenemos que valorar las plantas según la forma de sus hojas y según su colorido. Lógicamente, las especies de más envergadura se colocarán en la parte más alejada del espectador, pero algunos ejemplares pueden plantarse incluso en las proximidades de la luna frontal, al igual que en la zona libre de natación hasta el fondo próximo a la vegetación del último plano. En ambos casos se consigue una extraordinaria sensación de profundidad.

Plantar y colocar como es debido

Se puede aliviar a las plantas acuáticas el trauma de la reubicación y el trabajo de echar raices, si se atienden las recomendaciones siguientes:

Después de la compra, las plantas se limpian de la suciedad adherida, de algas y de freza de caracoles. O Se eliminan las hojas mustias o rotas.

Se cortan las raices viejas, pardas o negras. De las raíces viejas se dejan sólo aquéllas que son imprescindibles para que la planta pueda mantenerse sobre el suelo del londo.

Las plantas de tallo se acortaran en principio en 1-2 cm. El tallo se deiara sin hojas hasta una altura de 4 cm. Para no causar nuevas macas, las plantas se colocan en agujeros practicados previamente con el dedo.

En las plantaciones agrupadas, se deja entre dos tallos contiguos la distancia equivalente al ancho de un dedo.

Las plantas, que llevan raigambre, se cubrirán con sustrato sólo hasta el cuello de la raíz. 3 Las plantas de tubérculos, como p.ej. el Aponogeton, tienen que plantarse con el lado bueno, es decir, con los brotes hacia arriba y nunca se cubrirán por completo con la grava. La raigambre tuberosa tiene que estar firme y sana, porque a partir de esta reserva extrae la planta su fuerza expansiva en el acuario. El Follaje que pueda tener es de importancia secundaria. Las raices se plantan planas (rizoma de Aponogeton boivinianus).

Las plantas bulbosas, como el Criniim, se colocan envueltas en un poco de algodón. Las macas que puedan tener se curan así mucho mejor y se evita que los bulbos valiosos se pudran.

En las especies criptocorinas y Anubias, los rizomas no deben estar completamente cubiertos en el suelo del fondo, en el supuesto de que tengan que echar raices. Las pinzas de plantas. disponibles en comercios especializados, son muy titiles para este tipo de plantación.

El buen orden del acuario requiere también un aprendizaje

Sobre la disposición y ordenamiento de un acuario se podría hablar indefinidamente. Uno puede, por ejemplo, ajustarse estrictamente a criterios «relacionados con el biotopo», o sencillamente dejarse llevar por la fantasía en busca de la belleza (gusto) y la funcionalidad. En este momento, esta cuestión nos interesa en la medida en que afecta a las mismas plantas. No cabe duda que las plantas son el elemento más importante de la composición. Pero, es necesario saber utilizar correctamente este elemento decorativo, sí no queremos ser víctimas de la decepción desde el primer momento, o pasado algún tiempo.

Una y otra vez nos encontramos con los errores siguientes de plantación y disposición del acuario:
1. El acuariófilo compra sus plantas dejándose llevar en demasía por la vista, es decir, haciendo una valoración espontánea de su aspecto decorativo, sin ver más allá de su estado momentáneo de desarrollo. Esto puede ser desastroso si, por ejemplo, son plantas jóvenes que después, en el acuario, llegan a adquirir un tamaño gigantesco. Por desgracia no siempre se tiene en cuenta la capacidad evolutiva de las plantas. Con todo, no resulta fácil porque a menudo las plantas acuáticas se venden a partir de cultivos de invernadero y después, en las condiciones del acuario, adquieren un aspecto muy distinto, sobre todo en cuanto a la coloración de las hojas.

2. Por lo general, el acuariófilo no se informa sobre las necesidades vitales, tamaño, etc. de una planta hasta después de haberla comprado, cuando ya la tiene instalada en el acuario y se da cuenta de que no quiere crecer.

3. Para la dotación del acuario se compran demasiadas plantas distintas y pocas de una misma especie. Cuantas más especies de aspecto distinto se tengan, tanto más difícil resultará componer un ordenamiento armónico, sobre todo si el acuario es pequeño. De plantas agrupables deberían comprarse desde el primer momento el mayor número posible de ejemplares, con ellos se podrá componer de inmediato un bonito grupo.

4. A menudo se realiza la plantación sin pensar exactamente en lo que puede suceder y sin valorar correctamente el crecimiento que tendrá la planta cuando se desarrolle. Después se hace necesario mudar la ubicación de las plantas, provo cando un trastorno grave en la vitalidad de una planta recién enraizada y retrasando notablemente su desarrollo.

Por descontado que se requiere un poco de fantasía y habilidad, quizá incluso un poco de delicadeza, para componer un acuario. No obstante, si se observan unas pocas reglas elementales, es decir, si se combinan las necesidades vitales con la disposición decorativa y armónica dentro del paisaje subacuático, entonces todo resulta muy fácil. También se requiere un poco de paciencia y dotes de observación para ver si una planta está cómoda en su emplazamiento. Por lo demás, la capacidad de adaptación de nuestras plantas acuáticas es mucho mayor de lo que cabría suponer.

De acuarios modelo, montados por entusiastas experimentados y comercios especializados en zoología, se puede aprender mucho. El mismo diseño del fondo «sin plantas», con terrazas, raíces de árboles, piedras, etc., tiene ya su importancia con vistas a la futura plantación, debiendo planificarse para tal fin.

Es importante que todos los materiales decorativos estén firmemente asentados, que no puedan moverse ni precipitarse sobre los contiguos. Lo mejor es colocar el material directamente sobre el fondo del acuario. En modo alguno se debe edificar sobre arena. Las raíces no sólo tienen que limpiarse escrupulosamente, sino que además se comprobará su fuerza de empuje asccnsional. En caso necesario tendrán que fijarse y lastrarse. No sirve de nada disponer la gravilla del acuario en rampa ascendente desde la luna frontal hacia atrás, si no se procura conservar la diferencia de niveles con terrazas de piedras o de raíces. La vida misma del acuario y los movimientos de los caracoles igualarían en poco tiempo cualquier desnivel.

Un foco de errores frecuentes: la luz

Sin luz suficiente no es posible el crecimiento de las plantas. Un hecho que la mayoría de acuariófüos ya conocen, pero con todo puede que ahorren por un concepto erróneo.
Los valores lumínicos entre 20.000 y 60.000 lux son normales en los Trópicos.

Las mediciones de luminosidad realizadas en acuarios de plantas acuáticas, que funcionan mal, han puesto de manifiesto la gran deficiencia de luz que padecen la mayoría de tanques comparados con la insolación natural.

Las distintas demandas de luz por parte de las plantas vendidas en el comercio pueden despreciarse tranquilamente. Son muy pocas las plantas acuáticas que hayan muerto por un «exceso» de luz. Emplazar el acuario junto a un ventana iluminada por el sol tampoco es la solución ideal. Al contrario, el resultado de tal emplazamiento es un crecimiento regular de las plantas y una fenomenal multiplicación de las algas. Desde que se inventaron los focos luminosos modernos, el lugar más oscuro de la habitación es el mejor emplazamiento para el «lienzo verde».

Aunque el uso de lámparas de iluminación ha supuesto una mejora de la situación general, siguen viéndose todavía con frecuencia plantas de mal aspecto, raquíticas, débiles, con hojas verde-azuladas, como síntomas típicos de falta de luz. Desalentado por estas circunstancias, más de un acuariófilo ha desistido del intento de montar un bonito acuario de plantas acuáticas.
En realidad no habría sido necesario, si se hubieran tenido en cuenta las necesidades lumínicas de las plantas. También es decisivo el número de fluorescentes sobre el acuario. La dotación óptima se sitúa entre 0,4 y 0,7 vatios por litro de .agua del acuario.
Por ejemplo: para un acuario de medidas 100X50X40 = 200 litros se necesitan unas tres lámparas de 30 vatios cada una.

O bien, para quien no quiera complicarse la vida con dicho cálculo, se coloca una lámpara por cada 10 cm de columna de agua (descontando el suelo de fondo); en el caso anterior volverían a ser tres tubos fluorescentes. Lógicamente, las dimensiones del tanque tienen también su importancia.

Por lo general se atribuye demasiada importancia al color de la luz de los fluorescentes, aunque luego algunos son tacaños al elegir la intensidad de la luz.
Las bombillas de incandescencia actualmente ya no se utilizan por su alto consumo eléctrico y por el gran despren-dimento de calor. Los fluorescentes HQI y HQL han barrido a las bombillas de los acuarios.

Es recomendable combinar lámparas de luz fría (alto porcentaje de azul) con lámparas de luz cálida (alto porcentaje de rojo). Los llamados proyectores para plantas, con un porcentaje especialmente alto de rojo y de azul, pueden provocar problemas de algas en acuarios recién instalados. Una vez que el acuario haya hecho bien su «rodaje» (medio año), ya no existen objeciones a la conexión de tales tubos en calidad de segunda o tercera lámpara junto al número correspondiente de tubos de luz fría.

Por desgracia, los fluorescentes se agotan relativamente pronto. Después de medio año pueden haber perdido en ocasiones hasta el 40 % de su poder lumínico original. Los tubos tienen que cambiarse, pues, a más tardar cada seis meses. La suciedad de las tapas así como la pérdida natural de la luz por el efecto de filtro de la misma agua del acuario tienen como consecuencia que, en la zona del fondo, a menudo sólo llega entre el 5 y el 10 % de la intensidad luminosa emitida por la lámpara. Es decir, muy poco para mantener sanas y pujantes a las plantas pequeñas del primer plano. A ser posible tendrían que emplearse tubos fluorescentes provistos de pantalla reflectora. Con las lámparas HQL^se ha dado un paso adelante en cuanto a iluminación de acuarios. Este tipo de lámparas se caracteriza por su alto rendimiento lumínico y por su diseño especial (para iluminar tanques). Con una potencia entre 12.000 y 15.000 lux (equivalentes a la cantidad de luz de tres fluorescentes convencionales) y una extraordinaria economía (no hay pérdida de luz hasta después de dos años) así como la conmutación sin problemas (según el fabricante) de 80 a 125 vatios, este tipo de lámparas ha conseguido entusiasmar rápidamente a los amantes del acuario.

Por otro lado es posible de esta manera dotar al acuario de plantas flotantes, nenúfares y plantas palustres de gran desarrollo. Se da, además, un aliciente muy especial ya que se allana el camino a los acuariófilos que quieran disfrutar incluso de las «flores». La duración de la iluminación no puede omitirse cuando se aborda el tema de la «luz en el acuario». Muchas veces se cree que las lámparas defectuosas pueden compensarse prolongando el período de iluminación. Esto es un sofisma.
Imitando el día tropical, la iluminación debe mantenerse de 12 a 13 horas. Si elegimos un período de iluminación demasiado corto, acabaremos preocupados por el escaso crecimiento de las plantas.

No todas las aguas son iguales

Todos los amantes del acuario conocen este proverbio. Preparar un agua blanda, ligeramente acida, para el acuario ha supuesto un gran esfuerzo para algunos que tienen la desgracia de disponer sólo de agua del grifo dura. ¿Es imprescindible para las plantas tal dispendio? Muchas de las criptocorinas proceden por ejemplo de las mismas zonas de aguas blandas que muchas especies Rasbora. Durante años se ha intentado reproducir con gran empeño las condiciones de agua blanda también para las criptocorinas. Con éxito variable. Muchos acuariófilos nos escriben diciendo que sus criptocorinas crecen bien en agua del grifo con 10°, o incluso hasta con 18° alemanes de dureza (dH). Por descontado que el agua de pocas sales, blanda, acida, es ideal para las criptocorinas, pero ha de tener también un exceso de ácido carbónico libre y de algunos ácidos orgánicos y esto precisamente no es fácil de reconstruir en un acuario (y para los peces no deja de tener sus riesgos). Se actúa con más seguridad cuando se dispone de un agua «más estable», es decir, algo más dura, con una dureza suficiente por carbonatos (p.ej. de 3 a 5° dH) y un contenido consiguientemente alto de ácido carbónico en equilibrio. Es efectivamente el ácido carbónico, o mejor dicho: el dióxido de carbono, el que es absolutamente imprescindible para la vida de las plantas (ver al lado). En cuanto al pH se ha puesto de manifiesto que no debe superar en mucho el punto neutro (pH 7) para cualquier planta, mejor incluso que esté en la zona ligeramente acida. Ha dado buenos resultados una filtración estabilizante a través de turba, con efecto ligeramente endurecedor por carbonatos. Por su escaso efecto tampón, el agua blanda sólo deberá filtrarse momentáneamente y con precaución a través de la turba. En cualquier caso con necesarios los controles continuos del pH (Tetra-Test). Más importantes todavía son las adiciones regulares de agua nueva, a la que se incorporan los productos de purificación apropiados.

El relleno de turba del filtro debería cambiarse con frecuencia. También ha demostrado ser ventajosa la elección de una potencia de transporte grande para el filtro de recirculación, ya que una circulación activa del agua es importante para las plantas. Si la dotación de peces no es excesiva y el filtro es potente, se puede prescindir de la aireación a fondo, ya que ésta puede tener como efecto una expulsión excesiva del ácido carbónico. Pronto se llega a un punto en el que las necesidades de los peces y las de las plantas siguen caminos opuestos, entonces tenemos que dar prioridad a las de los peces del acuario. Una buena circulación evita además las diferencias de temperatura del agua (del suelo del fondo hasta la superficie del agua). Mantener una temperatura óptima resulta aliora fácil para el acuariófilo, gracias a la técnica moderna. No obstante, se presta poca atención, y suele ser la causa del mal crecimiento de las plantas, al hecho de que existe un desfase entre la temperatura del suelo de fondo y la de la superficie del agua. Puede ocurrir que en la superficie haya 25 °C, mientras que en el suelo de fondo, dotado con calefacción convencional, la temperatura baje a 20 °C.

La mayor parte de plantas de acuario prefieren tener aproximadamente las mismas temperaturas, tanto en la raíz como en la parte superior. Mediante el tipo de calefacción de fondo se logra un efecto múltiple excelente, una distribución homogénea del calor en el conjunto del acuario, sin grandes variaciones de temperatura.

Con el calor que aumenta paulatinamente se consigue una suave circulación del agua en el sucio de fondo y con ello una corriente de agua fresca, rica en sustancias nutritivas, baña las raíces y genera un clima sano de fondo.
Otra ventaja de este sistema de calefacción es la seguridad técnica. Puede evitarse un accidente por causa de la electricidad.