Un foco de errores frecuentes: la luz

Sin luz suficiente no es posible el crecimiento de las plantas. Un hecho que la mayoría de acuariófüos ya conocen, pero con todo puede que ahorren por un concepto erróneo.
Los valores lumínicos entre 20.000 y 60.000 lux son normales en los Trópicos.

Las mediciones de luminosidad realizadas en acuarios de plantas acuáticas, que funcionan mal, han puesto de manifiesto la gran deficiencia de luz que padecen la mayoría de tanques comparados con la insolación natural.

Las distintas demandas de luz por parte de las plantas vendidas en el comercio pueden despreciarse tranquilamente. Son muy pocas las plantas acuáticas que hayan muerto por un «exceso» de luz. Emplazar el acuario junto a un ventana iluminada por el sol tampoco es la solución ideal. Al contrario, el resultado de tal emplazamiento es un crecimiento regular de las plantas y una fenomenal multiplicación de las algas. Desde que se inventaron los focos luminosos modernos, el lugar más oscuro de la habitación es el mejor emplazamiento para el «lienzo verde».

Aunque el uso de lámparas de iluminación ha supuesto una mejora de la situación general, siguen viéndose todavía con frecuencia plantas de mal aspecto, raquíticas, débiles, con hojas verde-azuladas, como síntomas típicos de falta de luz. Desalentado por estas circunstancias, más de un acuariófilo ha desistido del intento de montar un bonito acuario de plantas acuáticas.
En realidad no habría sido necesario, si se hubieran tenido en cuenta las necesidades lumínicas de las plantas. También es decisivo el número de fluorescentes sobre el acuario. La dotación óptima se sitúa entre 0,4 y 0,7 vatios por litro de .agua del acuario.
Por ejemplo: para un acuario de medidas 100X50X40 = 200 litros se necesitan unas tres lámparas de 30 vatios cada una.

O bien, para quien no quiera complicarse la vida con dicho cálculo, se coloca una lámpara por cada 10 cm de columna de agua (descontando el suelo de fondo); en el caso anterior volverían a ser tres tubos fluorescentes. Lógicamente, las dimensiones del tanque tienen también su importancia.

Por lo general se atribuye demasiada importancia al color de la luz de los fluorescentes, aunque luego algunos son tacaños al elegir la intensidad de la luz.
Las bombillas de incandescencia actualmente ya no se utilizan por su alto consumo eléctrico y por el gran despren-dimento de calor. Los fluorescentes HQI y HQL han barrido a las bombillas de los acuarios.

Es recomendable combinar lámparas de luz fría (alto porcentaje de azul) con lámparas de luz cálida (alto porcentaje de rojo). Los llamados proyectores para plantas, con un porcentaje especialmente alto de rojo y de azul, pueden provocar problemas de algas en acuarios recién instalados. Una vez que el acuario haya hecho bien su «rodaje» (medio año), ya no existen objeciones a la conexión de tales tubos en calidad de segunda o tercera lámpara junto al número correspondiente de tubos de luz fría.

Por desgracia, los fluorescentes se agotan relativamente pronto. Después de medio año pueden haber perdido en ocasiones hasta el 40 % de su poder lumínico original. Los tubos tienen que cambiarse, pues, a más tardar cada seis meses. La suciedad de las tapas así como la pérdida natural de la luz por el efecto de filtro de la misma agua del acuario tienen como consecuencia que, en la zona del fondo, a menudo sólo llega entre el 5 y el 10 % de la intensidad luminosa emitida por la lámpara. Es decir, muy poco para mantener sanas y pujantes a las plantas pequeñas del primer plano. A ser posible tendrían que emplearse tubos fluorescentes provistos de pantalla reflectora. Con las lámparas HQL^se ha dado un paso adelante en cuanto a iluminación de acuarios. Este tipo de lámparas se caracteriza por su alto rendimiento lumínico y por su diseño especial (para iluminar tanques). Con una potencia entre 12.000 y 15.000 lux (equivalentes a la cantidad de luz de tres fluorescentes convencionales) y una extraordinaria economía (no hay pérdida de luz hasta después de dos años) así como la conmutación sin problemas (según el fabricante) de 80 a 125 vatios, este tipo de lámparas ha conseguido entusiasmar rápidamente a los amantes del acuario.

Por otro lado es posible de esta manera dotar al acuario de plantas flotantes, nenúfares y plantas palustres de gran desarrollo. Se da, además, un aliciente muy especial ya que se allana el camino a los acuariófilos que quieran disfrutar incluso de las «flores». La duración de la iluminación no puede omitirse cuando se aborda el tema de la «luz en el acuario». Muchas veces se cree que las lámparas defectuosas pueden compensarse prolongando el período de iluminación. Esto es un sofisma.
Imitando el día tropical, la iluminación debe mantenerse de 12 a 13 horas. Si elegimos un período de iluminación demasiado corto, acabaremos preocupados por el escaso crecimiento de las plantas.

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